"Cada ser humano tiene un contrato interior con la vida, y ese contrato es sagrado. La única forma de convivir realmente de forma pacífica en este planeta es aprendiendo a respetar los contratos de los demás.” Thomas Hübl
Todos tenemos la responsabilidad de preservar el derecho a ser -a estar vivo-, el derecho a realizarse y florecer, y el derecho a pertenecer de todos.
Cuando somos objeto de una agresión, partes de nuestro sistema se desconectan para evitar que todo el organismo resulte herido y sobrevivir mejor. Pero en toda transgresión, no sólo se ve afectada la vida de la víctima, sino también la corriente de luz del transgresor -su acceso a una conciencia superior- debe reducirse o cerrarse para que pueda producirse la transgresión. La diferencia entre el trauma de la transgresión y el trauma de ser víctima o herido es que en la persona herida, la corriente de luz permanece abierta, mientras que para el transgresor, la corriente de luz, la conexión con la fuente espiritual, se reduce o se cierra. Cuando tenemos estos dos mecanismos, el herido como transgresor, y el que está siendo herido, en ese momento se está formando una implicación.
Toda violencia, doméstica, de género, racial, toda transgresión está hiriendo la corriente interior de la vida de un ser humano, que es sagrada. Esto crea trauma y también crea una herida que subyace a la herida síquica, emocional o física. Debajo del estrés postraumático, el trauma del apego, o el trauma del shock, hay una transgresión ética y una restauración ética que tiene que ocurrir. Sólo cuando esa restauración ética ocurre, la implicación entre una persona herida y el transgresor es liberada.
Cuando los efectos de una transgresión son mayores que la capacidad de procesar de los implicados en ella, esa implicación tiene que silenciarse y permanece latente hasta que existe un entorno de sanación adecuado para que emerja y se integre. Cuando este entorno de sanación no está presente en la generación actual, el enredo permanece en el inconsciente colectivo, o campo de trauma colectivo. Allí descansa y las siguientes generaciones nacen en él. Muchos aspectos de nuestro propio trauma forman parte de esos campos de trauma colectivo en los que nacimos.
Cuando encarnamos en un cuerpo humano, entramos en un campo de información ancestral y colectiva. Heredamos toda la sabiduría de las generaciones anteriores y también heredamos las secuelas de los traumas y las tendencias no examinadas que crearon traumas en las generaciones anteriores. Esto significa que heredamos la responsabilidad de restaurar partes de la información que las generaciones anteriores no pudieron restaurar. No porque lo hayamos hecho nosotros o porque lo hayamos sufrido personalmente, sino porque esas secuelas y tendencias están vivas en nosotros. Es una diferencia muy importante.
Nuestra capacidad de respuesta es la capacidad de responder que nos es propia. Al haber nacido en un determinado campo de trauma, estamos más cerca de encontrar una relación con él, de profundizar realmente en cómo se siente de forma inherente a través de nuestros cuerpos, emociones, mentes, tejidos sociales y prejuicios sociales. Al relacionarnos con lo que hemos heredado, empezamos a iluminar las secuelas del trauma. Cuanto más iluminamos las secuelas, más integración creamos, y la integración es liberación.
Tenemos la responsabilidad -no todo el mundo la asume-, pero todos tenemos la responsabilidad de mirar: "Vale, ¿cuál es mi capacidad para responder a las partes de mis antepasados que resultaron heridas o que hirieron a alguien?".
Todo lo que ha sido separado vive una vida como una burbuja separada. Toda la energías que no pudieron integrarse porque hubiera sido un proceso demasiado doloroso en las generaciones anteriores permanecen como fantasmas, información incorpórea. Se trata de información incorpórea que necesita personas con cuerpo para volver a encarnarse. De lo contrario, permanece como niebla, niebla social, fragmentación social, polarización, fuente de conflicto entre nosotros. Intentamos hablarnos, pero a menudo es como si nos habláramos a través de la niebla y nos viéramos a través de la niebla. Decimos que vemos la vida, pero no sabemos cómo sería la vida sin esa niebla.
Esta información sin cuerpo necesita personas con cuerpo que la reincorporen. De lo contrario, se mantiene, y cuando se desencadenan situaciones similares, es muy probable que el campo se fragmente aún más, y volvamos a modos evolutivos anteriores, como los modos de supervivencia, por ejemplo, en lugar de modos sociales más evolucionados. Cuanto más integramos el trauma y las transgresiones del pasado, más mejora la calidad de la comunicación y el flujo de datos entre nosotros.
Desarrollar una relación con ese pasado es el comienzo de esa integración, el comienzo de nuestra respuesta. Cuando, en lugar de reaccionar o evitar lo que es doloroso o incomprensible, lo miramos, lo sentimos, es el comienzo de nuestra libre elección, el comienzo de estar determinados por algo nuevo que estamos eligiendo, en lugar de que nuestras vidas estén determinadas por patrones inconscientes derivados de un pasado no resuelto.
A menudo la gente dice: "Tengo miedo de sentir a mis antepasados porque temo que esa energía me influya". De todas formas, esa energía nos está influyendo. Evitar no es protegerse de ser influenciado. La evitación es una manifestación de ser influenciado. Cuando lo estoy evitando, aunque sea inconscientemente, ya estoy influenciado por ese pasado porque no soy capaz de ser plenamente yo mismo. Necesito cerrar ciertas cualidades de mí mismo para evitar esa parte de mi corriente ancestral.
Cada implicación creada por una transgresión pasada debe ser liberada para que podamos disponer de nuestro libre albedrío. Toda transgresión ética debe ser plenamente reapropiada. Reapropiarse significa no sólo decir "Sí" intelectualmente. La reapropiación es una función de todo el cuerpo. Me permito estar desnudo en la comprensión profunda de lo que eso significa. Por eso la restauración es un proceso muy profundo. Es el comienzo de abrir mi corazón a la dimensión del daño que se ha causado, de permitirme sentirlo plenamente como un ser completo y también, por supuesto, el comienzo de sentir lo que lleva a una persona a infligir daño.
Este es un trabajo muy profundo, y creemos que el trabajo ancestral necesita ser parte de cualquier proceso terapéutico profundo. Hemos creado, especialmente en Occidente, una versión híper-individualista del ser humano que es muy sofocante. La sanación individual no son sólo cuestiones individuales. Nuestras cuestiones son, por supuesto, individuales, pero son mucho más que eso. Cuando abro la visión híper-individualista del ser humano, me convierto en parte de un paisaje mucho más grande. Entonces vuelvo a encontrar mi lugar. Me vuelvo más parte del río de la vida. Nado en el río de la vida, sin necesidad de detenerme, congelarme o bloquear su movimiento. Entonces crece mi capacidad de recibir al mundo, puedo contener más información y abrirme a lo ancestral y a la dimensión colectiva para que se produzca la restauración y la vida florezca en los niveles más profundos.
Para tener capacidad de ser agentes de transformación necesitamos hablar el lenguaje de lo que no es visible y de lo que no se dice. Esa es la capacidad de un sistema integrado. Necesitamos la información que está por debajo del radar de la percepción habitual de la vida, porque esta información está en la raíz de nuestras disfunciones, pero a menudo en nuestra vida sólo vemos los síntomas y no podemos encontrar sus raíces.
Las raíces están en las transgresiones de lo sagrado. La corriente interior de la vida en un ser humano es nuestro contrato con la vida y es sagrada. Si se transgrede este contrato interior, se crean inmediatamente secuelas tanto para la víctima como para el transgresor. Tristemente, muy tristemente, vemos mucho de eso en nuestro mundo.
El trabajo de sanación y de impacto social de todos forma parte de cambiar esta situación. Al crear más respeto por los derechos humanos y la dignidad humana, creamos más respeto por lo que es sagrado. Tenemos que inclinarnos ante los demás, porque sólo cuando nos inclinamos ante los demás podemos ser una bendición para los demás.
Este es también el camino para salir de las jerarquías de poder y entrar en sistemas relacionales de convivencia. Estamos curando las heridas del pasado y desmantelando las estructuras de poder para construir culturas relacionales y de respeto mutuo. Hacer este trabajo es crear suelo fértil para el nacimiento de un nuevo mundo.
Si te interesa profundizar en esta forma de sentir y entender la vida, te invitamos a integrarte a nuestro GRUPO de ESTUDIOS de CIENCIA INTERIOR, que abre las puertas una vez al año, y el momento es AHORA!